Puri Pérez. Hace aproximadamente un año, escribí sobre estos premios. Son los galardones más reconocidos dentro del mundo de la educación. La fundación Varkey premia con un millón de dólares al mejor educador o profesor del mundo por su labor en este campo tan difícil . No se trata de enseñar física, matemáticas o geografía, es algo más que eso, son métodos innovadores y comprometidos, desde el respeto, la tolerancia y la inteligencia emocional.
Para este premio se presentan 50 candidatos de todos los países, cada uno con su proyecto. El candidato español ha sido el ya reconocido profesor aragonés Cesar Bona que ha quedado entre los finalistas. La ganadora este año ha sido la maestra palestina Hanan Al Hroub. Ha sido reconocida su labor en la educación desde el campo de Refugiados de Deheisha, en Belén.
Gracias a su método de enseñanza contrario a la violencia a través del juego, a pesar de la falta de posibilidades materiales y morales que hay en los territorios ocupados. Con el lema no a la violencia, si a las relaciones de confianza y respeto, honestas y cariñosas con sus alumnos, todo el método de enseñanza lo desarrolla en su libro “Jugamos y aprendemos”.
Todos sabemos por los medios de comunicación como son los campos de refugiados donde miles de familias malviven con falta de todos los servicios básicos, pero allí los niños también juegan y van a la escuela, son niños y adolescentes que han visto y han vivido situaciones extremas, violencia y más violencia. Así es como trabaja esta maestra palestina educando a niños refugiados de un modo sencillo y eficaz, principalmente conducido contra la violencia y la tensión. El pueblo palestino, y, en especial, todos los profesores se sienten orgulloso de este premio. Ojalá todos los gobiernos tomen conciencia de lo importante que es la educación para un país y la labor que hacen los docentes. Es decir, que existe otra manera de enseñar que está dando resultados. La enseñanza tiene que seguir cambiando con nuevos métodos para que los alumnos se sientan motivados y tengan empatía, ilusión, confianza y aprendan a ser libres.
Para concluir, desde aquí mi mayor reconocimiento a todos los maestros que aún teniendo unas condiciones y un entorno complicado y duro, como pueden ser los campos de refugiados, las zonas pobres, marginales y zonas rurales, son capaces de ilusionar y enseñar a niños en el más recóndito de los lugares.