Puri Pérez. A lo largo de la historia siempre han existido las musas. Han sido mujeres irrepetibles, cada una con su estilo, que se hacían notar por su carisma, su gran personalidad, su estilo de vida, su frescura y su valentía, mujeres sin tapujos ni prejuicios, expuestas a todo tipo de críticas. Ellas incendiaban la fantasía de los artistas provocando su creatividad, inspiración y su entusiasmo.
He aquí que, tanto pintores, como escritores, poetas, fotógrafos, cineastas, han querido a su manera inmortalizar a sus musas.
Existen infinidad de historias, todas ellas apasionantes. Pero en concreto os quiero recordar en estas líneas a un gran pintor catalán Ramón Casas, que nació en enero de 1866 en Barcelona y murió en 1932 también en la misma ciudad. Pertenecía a la burguesía, venía de una familia muy acomodada.
Contaba 40 años cuando se enamoró perdidamente de una chiquilla de 18 años , llamada Júlia Peraire, se conocieron en un café estilo parisino que se llamaba Maison Dorée , donde el acudía a las tertulias de intelectuales, y ella entraba a vender lotería y periódicos. Fue su gran pasión, esta relación escandalizó a la sociedad barcelonesa y burguesa, dada la diferencia de edad, pero ellos seguían con su idilio, ella se convirtió en su musa y amante; y después de vivir muchos años en pecado, según los cánones de la sociedad y la iglesia, la hipocresía y la doble moral que existe también hoy, deciden casarse.
Vivían su amor apasionadamente, Júlia Peraire, era hermosa y brillante, él la pinta mil y mil veces, de todas formas y maneras, la pinta de cordobesa, de flamenca, de mujer fatal, desnuda, en casa, en el jardín, dicen que su obra más conocida es una llamada La Sargantain, también tiene numerosos bocetos y litografías.
Así que, gracias a las musas, hoy podemos deleitarnos con las obras de sus artistas, que permanecerán a lo largo de los años.