Puri Pérez
Llegó el día y le dije adiós al trabajo,
la prejubilación me coge de la mano.
A partir de ahora no se qué haré.
De momento, me he quitado el reloj
y, sin prisas, vivo el día a día.
A lo largo de estos años, he trabajado en varias empresas y he realizado distintos trabajos.
He conocido todo tipo de personas.
Alegres, sencillas, educadas, respetuosas, pero también me he cruzado con personas arrogantes, hipócritas, recelosas, todas, forman ya parte de mi pasado y con el paso del tiempo se borrarán de mi mente, sus caras, sus nombres, sus vidas.
Como yo me borraré de las suyas.
Ahora me pregunto:
¿Qué y cómo será el resto de mis mañanas?
Me gusta la vida, me enamora el alba y el ocaso,
me enamora el mar y el ruido de las olas
y me enamora la lluvia desde mi ventana.
Me enamora mi nieto y sus juegos y el limpio de su mirada.
Me intimida la vejez, pero no las arrugas
Me intimida la enfermedad, pero no la lentitud de mis pasos.
La prejubilación me coge de la mano, para recorrer otra etapa
yo me acomodo a ella y a lo nuevo.
A ella y a mí tiempo.