Puri Pérez. Mi mirada a la ciudad comienza en el Parque de Collserola, concretamente en la Carretera de las Aguas, cerca del Tibidabo y la Torre de Telecomunicaciones. Se trata de una zona que conozco bien, ya que vivo cerca, justo por debajo de la carretera de la Rabassada.
Si me dieran a elegir un rincón de la ciudad para perderme, sin duda escogería este. Es un mirador con unas vistas magnificas de Barcelona y del mar. No se justamente cuando la descubrí, tal vez hace más de 20 años, pero ahí sigo, fiel a mis paseos y a mis caminatas. Es un lugar idóneo para pasear, ir en bicicleta, practicar running o simplemente para desconectar, observar y pensar. Es cierto que la carretera en sí misma no ha cambiado, pero si la afluencia de gente.
Fue a raíz de que la Generalitat en el 2010 declaró a Collserola Parque Natural, cuando se produjo el cambio. Ahora tanto la carretera de las aguas como el parque se llenan de familias con niños, ciclistas, corredores, otros paseando sus mascotas… todos se cruzan y se esquivan, sin reparo. También te puedes encontrar algún jabalí, cosa que antes era difícil ver alguno. Ahora es un hecho habitual puesto que no huyen y en ocasiones son ajenos a las miradas de la gente mientras siguen buscando su alimento. Así mismo, cada vez hay más turistas, que con sus cámaras de fotos desean tener otra perspectiva de la ciudad.
Desde cualquier punto de la carretera de las aguas, he podido observar como Barcelona iba poco a poco transformándose. Actualmente no solo destaca La Sagrada Familia, también despuntan el hotel Arts, el hotel Vela, la Torre Agbar, la Torre Mapfre y otros muchos que miran hacia el mar. Ciertamente, Barcelona se ha convertido en una ciudad moderna, cosmopolita. En Collserola encuentra su pulmón y en el mar el color, el olor y la libertad.