El día ocho de Marzo, como todos sabéis, se celebra el día internacional de la mujer. El origen procede del 1910, siendo la impulsora de esta efeméride la comunista alemana Clara Zetkin, una mujer muy influyente en su época, política, profesora y, sobre todo, una gran activista defensora de los derechos de la mujer. Es a partir de aquí que una Asamblea de mujeres internacional decide escoger el mes de Marzo para reivindicar los derechos de la mujer en las diferentes esferas de la sociedad.
Fue a raíz de los hechos ocurridos en 1911, en Nueva York, donde más de un centenar de mujeres murieron en un incendio propagado en una fábrica textil debido a la falta de seguridad, cuando se decide proclamar el 8 de marzo como el Día Internacional de la mujer trabajadora. No obstante, cabe recordar sucesos similares que se han vuelto a repetir muchos años después en las fábricas textiles de Bangladesh. Y de todos son conocidas las condiciones laborales en las que allí se trabaja, rozando la esclavitud. Pero en el ayer, en el hoy, y en el mañana siempre mandará el dinero, antes que el bienestar y la dignidad de las personas.
Aprovecho también estas líneas para hacer un llamamiento al fin de la violencia machista, a que se acabe de una vez por todas el maltrato hacia la mujer, presente en muchas situaciones sociales, muchas de ellas encubiertas.
Es por ello que considero que desde los hogares, la familia, el sistema educativo y la Administración Pública se deberían activar todos los mecanismos necesarios para que a todas las mujeres se les trate con respeto, igualdad y dignidad, y que actitudes de menosprecio, infravaloración, anulación y sumisión (y por descontado la violencia) sean erradicadas con el fin que desaparezca la sociedad patriarcal.
Y ya para concluir, me gustaría dar las gracias a todas aquellas valientes mujeres de antaño y de ahora que siguen luchado por la igualdad, la libertad y la justicia. Para todas nosotras, LIBERTAD.