Puri Pérez. Todos conocemos el barrio del Raval, antes conocido como el barrio chino, son muchos los artistas que se han inspirado en este barrio tan peculiar, escritores, pintores, fotógrafos que con su objetivo han plasmado la vida cotidiana de sus gentes. Antes conocida como Conde del Asalto, hoy, Nou de la Rambla era la calle que no dormía nunca, en ella había cantidad de garitos de juego, academias de baile, salas de strip, locales de ocio y bares de alterne donde había pecado y mucho alcohol. Hoy una estatua de Raquel Meller a la entrada de la calle es la centinela de los recuerdos, los años que pasaron y las mujeres que se fueron, los sueños rotos y las copas vacías.
Hoy es otro Raval, un barrio multicultural donde conviven multitud de lenguas y nueve religiones distintas.También es cierto que últimamente sale mucho en la prensa, bien sea por los narco pisos, las peleas callejeras, los drogadictos, un problema difícil de atajar, una pena que este barrio tan genuino con tanta historia esté cayendo en el descuido, el desorden y la especulación. No obstante existen personas que trabajan por y para el barrio entidades y asociaciones sin ánimo de lucro que ayudan a las personas, principalmente, a inmigrantes a integrarse en el barrio y en la ciudad, a través del deporte, la educación y otro tipo de actividades. Estas entidades con sus proyectos de formación ocupacional y la inserción laboral, dan cobertura a las necesidades del barrio y luchan por la desigualdad y donde muchos adolescentes han visto una salida a ese futuro marginal. Por nombrar algunas como TEB, Tot Raval, el Braval, Fundación Estel Tàpia y muchas más.
En un futuro me agradaría pasear por estas callejuelas llenas de historia, donde no exista la especulación, los narcopisos y este deterioro que hace que muchos de sus más antiguos vecinos tengan que salir de él. El ayuntamiento tiene que poner voluntad e impulsar este entrañable barrio. Y sobre todo dar las gracias a los voluntarios por hacer que este mundo sea un poquito mejor.