Llegué al barrio en el 79. Con mi marido y un hijo de dos años y medio. Veníamos de Suecia, de donde yo soy y nuestro hijo nació. Mi hijo había empezado a hablar en sueco pero entendía el castellano, el idioma materno de su padre.
Decidimos llevarlo a una guardería un par de horas al día para que pudiera aprender a hablarlo también. Íbamos viendo muchas guarderías, y, al fin, nos decidimos por Lumen, en la calle San Eduardo, cerca de la plaza Mons. Elegimos esta escuela porque era el único sitio que tenía un árbol en el patio. Nosotros habíamos hablado en castellano con las maestras de la guardería, pero ellas hablaban en catalán en las clases. Nos dimos cuenta de esto cuando un día el niño vino a casa y deciendo: Mama, mama, tengo dolor en la “ cama”. Y yo le contesté: no se tiene dolor en la cama. En la cama se duerme.
MAUD FRANZEN