Anoche, en el jardín, te ofrecí el vino espumeante de mi juventud.
Tu te llevaste la copa a los labios,
cerraste los ojos y sonreíste,
y mientras, yo alcé tu velo,
solté tus trenzas y traje sobre mi pecho tu cara dulcemente silenciosa;
anoche,
cuando el sueño de la luna rebosó el mundo del dormir.
Hoy, en la calma, refrescada de rocío
del alba,
tú vas camino del templo de Dios, bañada y vestida de blanco,
con un cesto de flores en la mano.
Yo, a la sombra del árbol, me aparto inclinando la cabeza en la calma del alba
junto al camino solitario del templo..
Rabindranath Tagore
He volgut compartir aquest vers preciós de Tagore amb tots els lectors, amants o no, de la poesia. Que en gaudiu!
Maria Lluïsa Pena