Carmen Domínguez. Silencio, oscuridad, miedo, terror, angustia, giro de un lado y del otro me pongo boca abajo. De ninguna manera estoy cómoda. Los horribles pensamientos brotan sin querer, me esfuerzo en vano en no pensar en nada y dormir. Me levanto a beber agua y tomar una valeriana para intentar relajarme, misión imposible. Vuelvo a acostarme, pongo la mano en la espalda de mi marido, que duerme plácidamente, para que se me contagie su relajación, es inútil. Cierro los ojos en un nuevo intento de dormir. Me consuelo diciéndome que aunque no esté en los brazos de Morfeo, en la cama y en la oscuridad, por lo menos descanso. Más deseo dormir y menos me llega el sueño. Parece que un duendecillo travieso está dentro de mi mente palpitante y juguetón. Al final grito en mi interior; Mamaaa que viene el coco, y amanece.