Carmen Domínguez. Sí, sé que este título recuerda a una película de Almodóvar, pero es que nuestra Cristina me recuerda a la protagonista, de la primera cinta del cineasta.
No es que la Sra. Cifuentes se dedique a criar marihuana en su terraza, pero sí tiene que hacer una y mil malabares para que su inexistente master parezca creíble, y para que el prestigio de la Universidad Rey Juan Carlos no quede por los suelos. Lo más sorprendente no es solo que la presidenta de la Comunidad de Madrid sea una impostora de diplomas, sino que son muchos los miembros del PP que han obtenidos estos títulos sin merecerlos.
¿Que pasa entre las filas del Partido para que persigan estas actas? ¿Y en la Universidad Rey Juan Carlos para que se preste a semejante ardid? Al parecer no son los únicos políticos que recurren a esta treta, ni siquiera se salvan los cuerpos y seguridad del Estado, ya que nos hemos enterado que algunos comisarios han logrado certificados express en criminología. ¿En qué mundo vivimos para que tengamos que soportar estos agravios? Cuando un político ocupa un cargo para el cual no está preparado somos los contribuyentes los que pagamos los platos rotos de sus meteduras de pata.
Los simples mortales cuando nos equivocamos asumimos humildemente nuestros errores, y pagamos con creces nuestras faltas, mientras que a un oficial público, se le concede el privilegio de la duda, y la prerrogativa de una segunda oportunidad, como está pasando actualmente con nuestra querida Cristina. Y nos preguntamos:¿ que tiene ella que no tengamos los otros? Claro está que no hemos comprado ningún master, ya que no somos hijos de militares, y tampoco pertenecemos a una todopoderosa organización política. Entonces nos preguntamos: ¿cómo podemos acabar con estas inmunidades? No tenemos respuestas, ciertas cosas no cambian, por más que intentemos que la democracia sea cada vez más justa, hasta ahora. No sabemos en el futuro.