Carmen Domínguez, desde casa. Allá por el siglo XIV hubo una epidemia de peste en Florencia, y un grupo de diez jóvenes resolvieron confinarse en una villa en las afueras y así escapar de la enfermedad, para soportar el encierro recurrieron a un original ardid, el cual consistía que cada día cada uno contase un cuento, pero tendría que ser picante. Se me ocurre que nosotros en nuestra actual reclusión podríamos apelar a esta artimaña, pero como poseemos una red mundial de comunicación casi instantánea invitaríamos a dicho coloquio a nuestros “amados” líderes mundiales, nacionales y territoriales.
Empecemos por el líder mundial por antonomasia Donald Trump : alguien se lo puede figurar relatando una historia subidita de tono, o acabaría siendo una monumental bronca?
Sigamos por China, la suya sería referente a una masajista de esos salones que pululan actualmente con final feliz, y terminaría con una reverencia muy al estilo oriental.
Unamos a Angela Merkel y Emanuel Macron. Nos los podríamos imaginar ligeritos de ropa cual pareja casquivana dedicada a artes eróticas, o acabarían narrándonos el surgir del Banco Central Europeo para que contásemos Euros?
Al Sr. Boris Johnson, primero deseémosle pronta recuperación, y no está de humor para contar nada
En lo nacional, como sería la novela del vociferante Abascal? Se me antoja española, muy española con él como protagonista vestido de torero, cantando lo de Bien venido Mr. Marshal
Continuemos con José María Aznar, a este que los niños no lo vean, que lloran, y su historia sería de terror.
Los sucesivos serían con nuestros Pablos. El Casado primero, que estaría soñando con un día ser presidente del gobierno y nos referiría que solo él y su partido estarían capacitados para gobernar y de paso birlarnos nuestros impuestos.
Y segundo el Iglesias, que soltaría su melena al viento para moverla sinuosamente mientras nos persuadiría que nos cuida y protege, desde su casoplón de Moratalaz.
Ahora a lo territorial, y nos topamos con Quim Torra que nos narraría la quimera de un país ideal con una gran estelada por cielo.
Y por último Pedro Sanchez, con su contundente discurso, invitándonos a prolongar nuestra reclusión en casa un mes más.
Con este panorama, aunque frustrados por el decepcionante resultado de lo político saldríamos al balcón a contar pícaras fabulas a nuestros vecinos aunque inventadas por nosotros mismos, y la titularíamos:
El Decameron del dichoso corona virus