Quiero navegar por el Sena.
Quiero observar sus puentes.
Por la mañana, por la noche, con luna llena.
Treinta y siete puentes tiene París.
Treinta y siete puentes y pasarelas.
Unos de hierro forjado, otros de piedra.
Unos con estatuas de Pegasos, otros con máscaras grotescas.
Mil candelabros iluminan el puente sobre el río Sena.
París de enamorados, de bohemios, de pintores, de poetas, de mil películas rodadas, mil cuentos de princesa, me faltan páginas para describir, tantos palacios, tantos museos, tanta belleza.
Desde el Trocadero la Torre Eiffel se levanta impetuosa un laberinto de hierro, y, desde el río, no dejo de mirar Notre Dame con sus gárgolas tenebrosas.
París de Campos Elíseos, de Arco del Triunfo, de lujosas tiendas.
París de barrio Latino y empedradas callejuelas.
París de Montmatre de Moulin Rouge,
de Edith Piaf, de Aznavour, y desde el Sagrado Corazón, la ciudad más grande, más serena.