Carmen Domínguez. Cuando ocurrió el accidente de la nuclear de Chernóbil ella tenía tres años, por consiguiente poco recuerda… Lo que sabe de los primeros días y meses se lo contaron sus padres. Oír hablar a esta joven ucraniana, es una experiencia inolvidable. Primeramente me aclaró que su nombre es otro, impronunciable para nosotros, pero me aseguró que la traducción es Eugenia.
La energía nuclear al ser un enemigo silencioso e invisible, ningún habitante del Km. 0, o sea de 300 Km. Alrededor de la central, se enteró hasta pasado s varios días, salvo los trabajadores de la central. Los empleados, como había agentes de la KGB infiltrados en todos los estamentos de la sociedad, no podían avisar.
El gobierno , en un primer instante calló, pero al cabo de tres días empezó a desalojar a los habitantes de los pueblos más cercanos, alegando por la radio que había un escape de gas sin importancia, pero que por precaución tomaba esa medida.
Ella y su familia vivían en Kiev. Su padre tenía un amigo que era físico nuclear en la central. Este les telefoneó tres días después del accidente e insistió en que se fuesen todos de vacaciones al sur. Su padre intuyó que algo grave pasaba y se fueron rápidamente a una localidad a la orilla del Mar Negro, ya que el pronóstico de los vientos era de noroeste.
Durante el viaje los militares de la Unión Soviética les hacían lavar el coche a menudo para descontaminar. El argumento más recurrente era: “por precaución”. Los habitantes de todas las poblaciones, hasta 30Km. Alrededor de la nuclear, padecieron enfermedades terribles, el cáncer la más común, y durante 6 años estuvieron en centros especializados para descontaminarse. Ellos, gracias a la alerta del amigo de su padre, tardaron menos tiempo en curarse, aunque igualmente enfermaron: se les hinchaba el vientre enormemente, tenían diarreas y vómitos. Una de las curas que recibieron era comer mucho molusco, ya que contiene mucho sodio.
Primero estuvieron en Argentina, y luego vinieron a España, pues el idioma no les era completamente desconocido ya que su padre viajaba a menudo, durante la época soviética, a Cuba.
Le pregunté si ella se siente rusa o Ucraniana, ya que ahora este país quiere separarse de Rusia, su respuesta fue una sorpresa, me dijo: yo nací en la Unión Soviética, por lo tanto no soy ni rusa ni ucraniana sino Soviética.