Puri Pérez. Solo hace falta viajar un poco por España para darnos cuenta de la diversidad que hay de una comunidad a otra. Sus costumbres, la riqueza de la gastronomía, su forma de hablar, su acento e incluso su idioma y como la misma palabra varía según la región.
En el tiempo de nuestras madres y abuelas usaban un vocabulario que hoy en día seguro que muchos de nosotros no conocemos, en especial los jóvenes, no sabrían el significado de ciertas palabras. He querido recordar en estas líneas algunas de ellas que mi madre pronunciaba. Algunas están en el diccionario, otras por supuesto son como ella las escuchaba y otras están desuso. Pero es indudable que hay una alacena llena de esas palabras.
Mi madre nunca fue al colegio, ya que desde bien pequeña se quedó huérfana y la acogieron unos familiares a los cuales sirvió toda su infancia. Pobre madre y pobres mujeres en la época tan dura que les tocó vivir. Cuando mis hijos y yo recordamos las conversaciones con la yaya, se nos escapa una sonrisa; la verdad es que era una mujer tierna, sencilla, simplemente maravillosa.
Ella decía: Voy a hacer un mandao, era ir a hacer un recado
No me entretengas que tengo bulla, es decir prisa
Tengo la casa al retortero, es que llevaba varias cosas a la vez
Y para referirse a alguien que no hacia bien el trabajo le decía fullero.
Mi vecina Isabel es muy apañá, es decir una mujer resuelta
El barreño era una vasija redonda de latón donde nos bañábamos de pequeños.
Párteme una mijilla de queso, un trozo pequeño
Voy a ponerme la bata que estoy arrecia, es que tenía frio
Se me ha roto la cortina y tengo una irritación, estaba enojada
Esa persona está como un avenate, ¡vamos que estaba como una cabra!
Hoy no puedo poner caldo porque no tengo avío, no tenía nada para cocinar
Pásame la alcuza, la aceitera
Estas albóndigas se embeben toda la salsa, se absorbía, se quedaban secas.
Hoy hace fresco voy a ponerme el saquito, quería decir el jersey
Ese pescado del mercado está revenio, es que no está fresco
Me decía sube al terrao a ver si ya está la ropa enjuta, quería decir seca
Otra palabra era me barrunto, es decir que presentía que algo iba a suceder.
ir a comprar, era voy mercar
Otra palabra era la lumbre, refiriéndose al fuego.
Con este pequeño ejemplo he querido homenajear no solo a mi madre sino a aquellas mujeres valientes a las que les arrebataron la infancia y no pudieron ni tan solo ir al colegio. ¡A la escuela! como decía ella. Hablando bien o mal con acento o sin él, fueron mujeres fuertes y luchadoras.